jueves, 21 de noviembre de 2013

Después de la tercera vida


Os presento un relato de ciencia ficción firmado por Stephannie Tamayo, una de mis estudiantes de Survey of Latin American Literature II en el Programa de Estudios Hispánicos del la University of Virginia en Valencia, de la cual ya leímos una versión libre de la vida de Rapunzel 
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Ayer perdí otra vida. No estoy muy seguro como se lo explicaré a mis padres. En los últimos 16 años de vida, ya he usado tres. Necesito tener más cuidado y  tener un poco más de sosiego, pero me encanta vivir las vidas como vengan, hasta lo máximo, y pues a veces la adrenalina se lleva lo mejor de mi. También tengo que admitir que tengo unos amigos muy locos y aventureros y estamos en una etapa de nuestras vidas que haremos cualquier cosa para impresionar a las chicas. Las necesidades biológicas son mas poderosas que las decisiones lógicas, pero en fin qué es la vida si no te diviertes aunque sea un poco.

Bueno, te contaré como fue que perdí la primera vida, que  no fue mi culpa. Fue un accidente total y pasó cuando tenia solo dos años. Mi hermano mayor y mi madre estaban en casa cuando de repente le llamaron a mi madre al trabajo. Ella trabaja en La Embajada de los Planetas Unidos en la Paz o el EPUP. Prácticamente ella es la persona a quien llaman cuando un conflicto entre planetas se presenta.  Ese día había una tormenta horrible, pues el tiempo depende en la paz que haya entre los planetas. Este día en particular Zorrono y Yabía, dos de los planetas con la más alta población, estaban a plena guerra. Zorrono se encabronó con Yabía porque había llegado la fecha limite de un pago de alta cantidad que Yabía le debía a Zorrono. El gobierno de Yabía le dijo a Zorrono que aún no tenían el dinero y no podrían pagarles. La fecha limite fue puesta en el año luz de 120, el año luz en este día era 500, así que por su puesto que Zorrono perdió la paciencia.

Como decía, ese día había una de las tormentas más fuertes de la historia. Mi hermano se duchaba cuando mi madre le dijo que se iba de prisa. Yo me estaba tomando una siesta en el momento que mi madre se fue. Mi hermano había quedado con unos amigos y cuando no vio a mi madre, asumió que mi madre había salido conmigo a dar una vuelta así que se fue dejándome solo en casa. La tormenta se puso aun peor porque los planetas no podían llegar a un acuerdo. Ese día hubo un terremoto, un tornado, y al fin fue seguido por un huracán.

A la hora de medio día hubo una lluvia muy fuerte que consistía en puros relámpagos.  Todos los planetas fueron rogados quedarse en casa y mi hermano se refugió en casa de un compañero. Ese día la mala suerte le perseguía a mi madre porque no podía lograr que Zorrono y Yabía hicieran las pases, y encima de todo ese fue el día que nuestra casa se quemó completamente. Uno de los más grandes relámpagos pegó en una de las barras rotas de nuestra casa y esto causo que la casa se encendiera. Yo, solo un bebé y completamente solo en casa, me quemé junto con la casa y así perdí mi primera vida.

La segunda vida la perdí por pura estupidez de mi parte.  Tenia trece años y mis padres me habían comprado mi primer carspal, o carro espacial. De mi grupo de amigos, yo soy el mayor y fui el primero en tener un carspal. La historia comienza cuando empezamos a hablar del planeta Xáqiqüe. Este planeta es donde viven los bichos que tienen cerebros que aún no han evolucionado. Ellos viven como las especies que una vez mencionó el ser humano del planeta la Tierra en la Vía láctea llamado Charles Darwin, y la teoría de la supervivencia del más apto. Estos bichos se comen el uno al otro y sobreviven como pueden. A mis amigos se les metió la gran idea de visitar el planeta, pues no estaba muy lejos. Para ser una historia larga corta, digamos que al solo estar allí por cinco minutos, mis amigos y yo fuimos hechos rotos en mil pedazos y la cena de los bichos.

Es una mala suerte que el renacer no elimine los recuerdos. Hasta este día puedo recordar el dolor de estar roto en mil pedazos, y mis padres casi me quitan otra vida cuando se dieron cuenta. Pues ahora aquí estoy, buscando la manera y el valor de explicarle a mis padres como acabo de morir por tercera vez.  Todo pasó por impresionar a una chica. Estábamos pasando el tiempo con mi mejor amigo Elixmidv, su novia, y la mejor amiga de ella. Para impresionar a las chicas, Elixmidv y yo decidimos hacer una carrera en nuestras motspact o motocicletas espaciales.

Empezamos con la intención de llegar al final del planeta y regresar. Íbamos tan rápido que el aire a nuestro alrededor si hizo tan grueso que no se podía respirar. En el momento de la carrera, yo sabia que iba muy rápido pero la adrenalina se apoderó de mí y no podía bajar la velocidad. Terminé cayéndome del planeta y empecé a caer en la oscuridad.

En la escuela nos enseñaron que al caer del planeta nuestro destino iba ser caer infinitamente. Es decir que el resto de la vida ibas a pasar cayendo en la oscuridad. Todavía no sabemos porque es así, pero es un fenómeno que nadie quiere vivir, así que me tuve que suicidar. Me quite el cinturón que llevaba puesto y me asfixié hasta que me encontré en mi cuarto otra vez.

¡Joder! Puedo escuchar que mis padres acaban de llegar a casa. Sé que piensas que esto no debería ser tan difícil si puedo morir y renacer ¿no? Pero lo que pasa es que yo no sé cuantas vidas tengo. Mis padres lo saben pero tienen prohibido decírmelo hasta los 20 años luz. El gobierno de nuestro planeta tiene esta regla para que los jóvenes, como yo, no vayan solo gastando las vidas. El tener más de una vida es un prestigio que solo nuestra galaxia tiene y no debemos malgastarlas. Cada quién tiene su número de vidas con las que nace desde el principio. El número aparece en el estómago por solo unos días y después desaparece para siempre y solo nuestros padres saben cuantos tenemos. Por esto, mis padres se enojan cuando pierdo una vida por estupidez. Bueno pues tengo que enfrentarme a mis padres, es lo correcto. Al lo mejor te podré contar como me va, deséame suerte.
Stephannie Tamayo 2013

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